¿Alguna vez pensaste en emigrar a Suiza? Si tu respuesta es sí, te recomendamos que sigas leyendo este artículo para conocer la historia viajera de Sofía.
Con apenas 20 años, Sofía tomó la decisión de armar las maletas y partir hacia una aventura totalmente desconocida para ella: emigrar a Suiza.
¿Cómo llegaste a emigrar a Suiza?
Mi decisión de emigrar a Suiza se dio porque estaba un poco harta, venía con un par de cosas personales, necesitaba un respiro y alejarme un poco de todo. Había terminado el colegio y hecho un año en la universidad, así que dije “bueno, me las tomo”.
Conseguí un programa que se llama Au Pair, donde vivís en la casa de una familia y trabajás para ellos cuidando a sus nenes un par de horas a la semana. A cambio de eso, te dan comida, alojamiento y un salario no muy alto pero que te sirve para salir y tener un poco de vida social.
Dije “bueno, me copa, lo hago”, y me animé porque dije “si no es ahora, ¿cuándo es?”. Tuve la idea en agosto y en enero me estaba tomando un avión, con todo listo para emigrar a Ginebra.
¿Cómo fue el proceso para emigrar a Suiza?
El requisito para emigrar a Suiza, era tener el pasaporte europeo. Como yo tenía pasaporte italiano y podía hacerlo, si no hubiera tenido el pasaporte capaz no hubiese elegido emigrar a Suiza.
Los preparativos fueron más que nada sobre los documentos que tuve que entregar para la familia. Certificado de antecedentes penales, que tuve que pedir a la policía; certificados de natación, como para saber que sé nadar y que puedo ayudar a niños si se ahogan; tuve que hacer un curso de primeros auxilios, y como yo estaba estudiando al mismo tiempo, todo me tomó un poco más de tiempo que si lo hubiese hecho en vacaciones. Tenía que coordinar todas las cosas, pero no fue un proceso largo, para nada.
¿Qué te sorprendió de emigrar a Suiza?
Cuando llegué a un pueblito en la montaña que se llamaba Gstaad, que es un pueblito en medio de la montaña y si bien hay turismo en invierno por el tema de esquiar, no deja de ser la montaña.
Para mi, que venía de Buenos Aires capital, fue un choque en cuanto al ambiente. No había ni una parte de la gente que hay en un barrio de Buenos Aires. La gente es educada en el sentido de que si te cruzás con alguien, se conocen todos con todos, “buenos días”, “buenas tardes”, “buenas noches”. Siempre amables, pero fríos. En ese momento, yo iba sola al centro del pueblito a tomar un café, a caminar, y la gente era muy fría.
También era un pueblito bastante familiar. Eran personas más grandes. La verdad es que pensé: “¿En qué me metí? ¿Qué hago acá?”. Quería llorar, creo que me pasé dos meses llorando. Era todo muy diferente a Argentina, y si bien yo estaba esperando un choque cultural, fue muy grande. La gente muy fría, muy distante, como “vivo en mi vida y la tuya no me importa, voy a ser educado y te voy a decir ‘hola’, pero hasta ahí”. Yo necesitaba tomar unos mates con alguien, me faltaba mucho eso. Y eso me sigue chocando, o capaz no chocando pero sí faltando.Me acostumbré en realidad, pero me falta. Ese estilo más amigable y más matero-amiguero de Argentina.
Pero después, la gente muy educada, el país limpio, las cosas se respetan, jamás me sentí con miedo en la calle. Me sentía segura y bien y contenta en el país, en donde estaba. Eso me sorprendió para bien, no me esperaba tanta “perfección”, que todo funcione tan bien.
Estuve dos meses en el pueblito y después me fui para Ginebra.
¿Cuál es el lugar que más te gustó conocer?
Más que nada en mi primer año, viajé mucho, por toda Europa. Me gustaron muchas ciudades, pero me enamoré de España. Amé España porque puede ser, y de hecho casi que te diría que es, porque tiene una cultura bastante más parecida a la nuestra. Desde que entrás al país, la manera de ser de la gente es distinta.
Cuando llegué a España me sentí un poco más en casa y la verdad que eso me hizo muy bien. No solamente porque el país es lindo, porque estuve en la playa en Valencia, sino que la gente fue genial. Fue mi destino preferido de ese viaje que hice.
En cuanto a lo visualmente lindo, me gustó mucho Praga. Es una ciudad hermosa… muy antigua, castillos, todo ese mismo color tierra y blanco. Y de Ámsterdam también fui fan, las calles en los canales, las casitas en el agua, los barcos, todo. Amé el diseño de la ciudad.
¿Cómo es tu vida hoy, casi tres años después?
Sigo viviendo en Ginebra. Cuando terminé mi año de Au Pair, en 2019, me quedé un tiempo. Viajé por Europa y, justo antes del comienzo de la pandemia, volví a Argentina. Literalmente, llegué en febrero del 2020 a la Argentina con la idea de quedarme un mes.
Emigrar a Suiza me hizo conocer a mi novio. Mi idea era volver a Suiza a quedarme con él y vivir. Todo parecía muy de película, empezar una vida juntos. Llegué a Argentina y con la pandemia no pude salir del país. Me quedé en Argentina hasta agosto del año pasado que pude volver a emigrar a Suiza. Ahora estoy acá desde hace un año y un poco más.
La verdad es que me hice un grupo de amigos que tienen una forma de ser más como la mía. También conozco a algunas argentinas que son buenas amigas y una española que es muy argentina, entonces pegué mucha buena onda. Y la realidad es que encontré cosas que me hagan sentir en casa. Esas personas, mi mate lo tengo siempre y conseguir yerba, consigo. Me tomo siempre unos mates. Mi novio toma mate también, o sea, le encajé el mate y le gustó.
Para mí hasta que uno no vuelve a su casa no se va a sentir nunca en casa. Si bien yo siento que ahora esta es mi casa, cuando vuelva a Argentina… Argentina siempre va a ser casa. Es imposible reemplazar algo que venga de mi país de origen. En todo caso algo similar, que se le parezca, es la gente que me hace sentir como en casa o ciertas costumbres que me hacen seguir sintiendo más en casa. Por ejemplo, soy fan de cocinar. Estoy pensando en empezar un emprendimiento o algo de pastelería. Capaz, cocinar cosas argentinas que me haga sentir en casa, pero no más que eso.
¿Volverías a emigrar a Suiza?
Sí, volvería a emigrar… es un rotundo sí. Desde que decidí emigrar a Suiza, mi vida cambió un montón. Desde que decidí hacerlo y decir “me animo”, cambié mucho para bien.
Hay muchas cosas que salieron peor (o que ni siquiera salieron) como las imaginaba. Uno como que piensa “me voy a Europa, todo va a salir perfecto”. Y bueno, sí, buenísimo, pero hay muchas cosas que pueden no salir, complicaciones hay en todos lados, eso creo que todos lo sabemos.
Estoy contenta de haber tomado la decisión que tomé al emigrar a Suiza y no me arrepiento, lo volvería a hacer.
Pude emigrar a Suiza en enero del 2018 y en mi cabeza el tiempo es ilimitado, o sea, quiero vivir acá para siempre. Depende mucho de lo que me depare la vida y las oportunidades que llegue a encontrar, pero mi idea sería no volver.
Capaz, a la Sofía del pasado le diría que no se apure tanto. Que tenga un poco menos de impulso, un poco menos de hacer las cosas sin pensar y tomarse más el tiempo para hacer y pensar en todo lo que quiera hacer.
Pero también, por otro lado, a mi la Sofía impulsiva que no piensa las cosas y que se manda me sirve. Y, la verdad, las cosas están saliendo y me salieron como me salieron porque soy así. Es mi manera de ser… y tampoco me puedo quejar porque las cosas me salieron bien.